miércoles, 8 de julio de 2009

“Siempre amaré la selva”

Vegetación exuberante, aire puro y animales rústicos destellan vida para los habitantes de una región en la que parece que siempre resplandece el sol.

Shell Mera, una tierra amazónica ecuatoriana, cuya provincia madre es Pastaza, es un lugar que inspira un vivir distinto. Como si se tratara del pulmón de la humanidad, al llegar se respira un aire que escapa de todo aquello que amenaza su esencia.

Su suelo, la flora, fauna, geomorfología y el clima, cálido- húmedo, inmediatamente se enraízan, en las mentes de sus huéspedes, cuya curiosidad es difícil de controlar.

Ir tras la pista de su ecosistema es inevitable. Quienes visitan la selva, entre caídas, curaciones y sacrificios, pueden descubrir un laboratorio biológico, cultural y social que a más de entregar una experiencia exótica, desprende de sus entrañas inolvidables historias de identidad, lengua y costumbres.

Mientras más se conoce de ella, más personajes se convierten en fieles admiradores de un mismo camino “la selva”, pues todos son guiados a un mismo destino por una imaginación que lucha por adaptarse a cambios permanentes o temporales de supervivencia.

“Siempre amaré la selva” es la emoción restante que aparece en ciertos habitantes, quienes después de dos, tres, cuatro días o meses han reflejado su amor por la selva y han permanecido fieles a esta tradición nativa.

Este es el caso de Juan Ramón Gonzales, un periodista riobambeño, dedicado a la producción y dirección de televisión. Su vida profesional estuvo siempre enfocada a un rigor y un entusiasmo expresado en cada una de sus producciones como constante seguidor de imágenes, fotografías y documentales en los que puede plasmar sus creaciones. Una extensa repisa ubicada en su estudio guarda sus mejores tesoros. Cerca de tres mil videos recopilados a lo largo del tiempo constatan la dedicación, constancia y pasión con la que realiza su trabajo “es una especie de compulsión por producir”.

Son videos coleccionados que guardan secretos y recuerdos que van mucho más allá de esa condición fría y monótona de tener que realizar una producción más, al contrario, Juan Ramón trata de demostrar que cada uno de sus trabajos parten de ese compromiso y esa entrega por expresar la madurez y el conocimiento adquirido, pues considera que su crecimiento profesional se ve manifestado por su experimentación, por su amplia capacidad de observar y deslumbrarse como si fuera la primera vez que admira algo. Justamente, eso es lo que refleja en sus creaciones, las mismas que no tendrían valor si solamente quedarían arrumadas en ese armario. Pero no, para Juan Ramón, hay algo más, en ese espacio guarda esas existencias anteriores provenientes de un banco de conocimientos ubicados en un plano profundo de su mente y de su corazón.

Fue entonces cuando Juan Ramón, motivado por ese mar de momentos y escenarios, empezó a relatar sus historias. Su experiencia en la selva, fue una de las primeras aventuras que al parecer encontró para demostrar todas las aseveraciones mencionadas anteriormente.

Desde que inició la narración de los hechos aseguró que tuvo que asumir la noticia de que tenía que ir a la selva con tanta lucidez que en vez de dejar caer sus miedos en el limbo de la incertidumbre, la espera y la angustia, se empeñó en mantener intacta su vitalidad, e incluso darle impulso firme a esta práctica como un verdadero “periodista de guerra”.

En realidad, “aprender” fue la primera resolución de Juan Ramón “yo valoro mucho la experiencia”, dice, y por eso “todos los días aprendía de quienes sabían más porque eran quienes sobrevivirían más”. Para aprender se metió con mente y corazón en la selva. Lo hizo con humildad de quien reconoce que, ni por información ni por técnicas mencionadas podría asumir de un día al otro una vida tan dura y sacrificada como la que viven los IWIAS, militares nativos de la zona.

Sin embargo aprendió pronto a adaptarse y desde su llegada ya se sentían toques propios de un carácter sereno, maduro y líder. Ya al segundo día estuvo al mando de un equipo, presidia un grupo de cinco personas a las que tuvo que conducir de manera disciplinada y firme. Desde ese entonces no le quedaba más que despedir un ánimo contagioso “era un equipo que debía trabajar como si la vida fuera una permanente guerra” fue lo que afirmó Juan Ramón, con una actitud guerrerista “no puedo derrotarme, soy de los que si caen se levantan”

Hablando de la experiencia que le dejaron cinco días de preparación y supervivencia en la selva, cuyos pasos ha seguido, aunque con ritmo propio y ante una vida diferente, empieza este dialogo.

¿Cómo inicia la historia de Juan Ramón en la selva?

Yo llegue a la selva porque se nos realizó una invitación para participar en un curso de periodismo de guerra. En ese entonces yo estaba realizando trabajos para Ecuavisa y me involucré con el grupo. Treinta periodistas de todo el país partimos desde la ciudad de Quito hacia la Shell, en donde fuimos recibidos. Nos llevaron vía aérea porque se trataba de un recorrido muy largo y pues desde ahí inicia la historia que Juan Ramón siempre va a contar.

¿Juan Ramón siempre cuenta esta historia?

Sí, ya ha transcurrido tanto tiempo pero sigue siendo una experiencia única en mi vida. Se trataba de un curso distinto a los que se dirigen actualmente. Principalmente, por la inmensa expectativa que teníamos por la situación a la que nos estábamos enfrentando pues, justamente eran tiempos en que el Ecuador se encontraba en problemas de guerra con el país vecino, el Perú, entonces había la necesidad, de que el Ecuador se prepare para ganar la guerra informática. Mi empeño en contarla parte de esa diferencia por tratarse de una práctica que se codeaba con la realidad.

¿Cree que se cumplió el propósito de ganar la guerra informática?

Sí, creo que fue uno de los éxitos que se tuvo en la Guerra del Cenepa, pues el Perú vendía su versión, sus mentiras y el Ecuador era el país “malo”, no se podría decir otra cosa y estábamos quedando mal. Nosotros como periodistas no podíamos dejar que pase eso, entonces de una manera muy inteligente empezamos a prepararnos para informar lo que realmente estaba sucediendo.

¿Estaban consientes del propósito del curso?

Sí, sabíamos que el objetivo era el de formar periodistas de guerra que puedan estar en el campo. Querían ver en nosotros esa capacidad de obtener la información a pesar de estar expuestos a cualquier tipo de vivencias, que no se podían convertir en un impedimento, al contrario había que soportarlas y continuar en busca de la noticia.

¿Qué tiempo permanecieron en la selva?

Tuvimos que permanecer durante cinco días plenamente en la selva, donde tú tienes que aprenderá convivir con el clima, la alimentación tan extraña a lo que estas acostumbrado, en toda la incomodidad que uno de pronto tiene que tolerar aunque lo que te resigna es saber que son sólo algunos días los que tienes que estar ahí.

Y, ese transcurrir del tiempo como fue…

Esos días se te hacen realmente eternos, parece que el día es de veinticuatro horas y las noches son de cuarenta y ocho horas porque parece que se prolongan cada vez más las actividades, pruebas y rutinas. Por eso se crea una desesperación que poco a poco va aflorando también tristezas y porque no, se podría decir que a la vez fueron dichas porque aprendí a conocer a la gente que realmente es solidaria, personas que realmente se duelen de lo que le pasa al compañero e incluso me encontrarte a mí mismo, descubrí mi carácter, capacidades y limitaciones que aún me he dispuesto a conservar o a superar.

En la preparación, ¿cual fue tu mayor enemigo?

El agua se convirtió en mi enemigo. Yo sufrí con todo lo que era preparación fluvial, fueron horas en las que tuve que reconocer que soy una persona muy ajena a la natación, a los ríos, y a pesar de eso tuve que vivir de todo olvidándome de todo. Desde que llegas esa es la condición, si quieres sobrevivir tienes que pasar esta prueba. Creo que ese es el principal concepto que te dan “sobrepasar todo”

¿Y, cuando se terminó que pasó?

Bueno a mí, a pesar de que me gustó el curso cuando se terminó sentí un alivio, ya extrañaba mi familia, mi casa. Pero si me quede con el pensamiento de lo que es para el soldado ecuatoriano vivir en la selva. Para ellos es el día a día y para nosotros fue realmente un sacrificio.

En ese sentido puedo decir también que fue una experiencia muy enriquecedora, porque te pones tú en el zapato ajeno, despiertas esa parte humana que a veces está dormida al ver la vida y el trabajo que lleva esa gente.

A la final terminó el curso pero quedaron experiencias marcadas

Claro que sí, y si me preguntas si lo vuelvo a hacer, te respondería que, como curso no, porque si me siento preparado. Pero al hacer algo ya práctico sí. De hecho ya me ha tocado realizar trabajos en la selva. Hace dos años, solicitaron un video para el batallón Patria de Latacunga donde había de igual forma que recorrer esas tierras pero vivimos la experiencia como espectadores solamente. Y claro tú que ya pasaste esa experiencia dices “pobrecitos” porque ya sabes de lo que se trata, más aún ellos que les estaban dando la verdadera formación, eran los próximos comandos graduados.

Eso les permitió comparar con su experiencia..

Sí, era sumamente diferente. Una de las cosas que me sorprendió fue que a nosotros nos dieron de comer mono y animales del sitio, pero a ellos les llevaron un perro para que les acompañen todo el tiempo, para que le mimen, se encariñen, pero al final del curso sacrificaron al animal y tuvieron que comerlo, entonces eso fue mucho mas allá de lo que uno vivió en cinco días.

Yo como humano y como periodista valore el trabajo de las personas, las circunstancias de quien estaba inmerso en esa situación, otras personas tenían otra óptica y decían que era una vida mal llevada, masoquista, desconsolada, cada quien tenía una percepción diferente, incluso hubieron casos en los que reconocieron que debían más que ser periodistas ser militares, se sentían identificados y les gustaba lo que vivían.

Y en ese momento que fortalezas tuvieron

La principal fortaleza estaba en sentir lo que uno vivió en el anterior curso, porque uno simplemente lo puede ver de afuera, puede existir una percepción muy por encima como algo cosmético que me gustó en ese momento, pero no, esa era justamente una segunda oportunidad para confirmar lo aprendido. Yo volví a afirmar “este tipo de cursos enseña en definitiva a formar el carácter, a conocer lo que es realmente la selva y a estimar lo que hacen las personas por su vida”.

¿En qué se ha convertido la selva para Juan Ramón?

Al fin y al cabo, yo ya he tenido tres experiencias en la selva y me sigo manteniendo en que desde que se llega a esas tierras hay que vivirlas, hay que sentirlas. Cada vez me encuentro con nuevas sorpresas, y lo que es mejor es que he comprobado reiteradamente que una cosa es ser periodista de deportes, de farándula, reportajes, fotografías y otra cosa es vivir ese tipo de circunstancias, ahí te das cuenta de tu vocación también porque un periodista debe estar hecho y preparado para todo. De lo contrario te conviertes en un periodista únicamente de pantalla y no de campo y eso para mí no es periodismo.

Moncayo habló de un nuevo cambio en la educación

Entrevistado: Paco Moncayo Gallegos
“Debe existir una tarea de salvación
nacional para que sea reformada a
fondo la educación”
Tiene 69 años y actualmente participa
en las Elecciones Generales 2009 por
Asambleísta por Pichincha.

1.Gral. Moncayo, usted habló de un nuevo cambio en la educación para este comienzo de un nuevo siglo, ¿de qué se trata?
La educación debe enfrentarse desde una visión social más profunda. Para este fin debemos iniciar con leyes sabias de prevención contra la discriminación, el apoyo y la capacitación familiar que tanto hace falta. Las políticas de protección y nutrición para niños, niñas y adolescentes, es decir desde la casa, los profesores, las escuelas deben ser una base social para el desarrollo personal educativo.

2.Todos los candidatos han hablado de educación pero ¿Qué diferencia su proyecto con respecto a educación?
Quizás lo que me diferencia es que en ocho años y medio ya hemos hecho una reforma educativa en la municipalidad que cubre todos los aspectos que aquí se han dicho. Lastimosamente como sabemos todos, la educación municipal es muy pequeña, no cubre sino una parte de lo que es la niñez, la adolescencia y la juventud, entonces esta experiencia realizada a nivel municipal la podremos ampliar a nivel nacional.


3.Entonces ¿usted cree que la solución es municipalizar la educación?
No, yo no creo que la municipalización sea la solución real porque no cuentan con las competencias, los recursos ni es un sistema preciso para la educación. Lo que si haríamos es ampliarnos porque no sólo hablo de un proyecto educativo de Pichincha, sino del país, hablamos de una solución para el Ecuador.

4.¿Cuál es la solución entonces?
La solución es que el nivel ejecutivo en el estado, prefectura en la provincia, alcaldía en la ciudad y junta parroquial se dividan el trabajo de una manera adecuada para poder tener un sistema nacional con el principio de subsidiariedad, todos haciendo la parte que les toca y haciéndola bien. En lugar de estar compitiendo entre los distintos sectores hay que apoyarnos. La comunidad en sí, no puede lavarse las manos. Nosotros como padres no debemos creer que el estado nos debe reemplazar. Tenemos que exigirles al estado y exigirnos a nosotros mismos.

5.Con respecto a los profesores ¿usted cree que la incidencia de la UNE mantiene en perfecto funcionamiento a la educación y a sus gremios?
No, la educación ha sido abandonada y por eso debe existir una tarea de salvación nacional para que sea reformada a fondo la educación. Profesores y escuelas trabajan en condiciones deplorables y eso transmite a los estudiantes, por eso, debería haber un cambio para ser reconocidos como “arquitectos del alma humana”. Los gremios deben ser incentivados en todo aspecto; su creatividad, capacitaciones, técnico administrativas porque todos estos problemas se derivan de un mal manejo institucional del siglo XXI que debe ser redistribuido.

Quiteñitos a su manera

Música, deportes, creencias y distintas ideologías son las características que definen a ciertos adolescentes, jóvenes y adultos a los que basta tan sólo con mirar sus ojos para saber lo que quieren gritar al mundo.

Forman parte de la magia de lo desconocido, de lo incomparable y a la vez inédito. Se sienten vivos y afortunados al ir en contra de lo que se dice siempre, como una verdad diáfana y sin fisuras; de sistemas, opiniones y políticas que construyen lo que, aparentemente, es un mundo real.

Nacen para plasmar su arte, son artistas reflejados a su manera, sin copias y sin ediciones repetidas.

Su vivir está marcado por un mundo de alquimia, un juego libre y a la vez mágico, que no tiene reglas hechas ni recetas aprendidas, porque no permiten que nadie más que su sombra los guie o los persiga. Aparecen comportamientos totalmente distintos en los que bulle la creatividad y su otra manera de interpretar la vida. Se sienten atraídos a ciertos grupos porque a todos los une algo en común, su esencia.

Este es el caso de Natalia, una joven de 21 años, que al sentirse dentro de su gente, su espacio y su banda encontró a “Nati Punk”, una chica nueva que, con colores llamativos en su ropa, varios aros en su oreja, mallas a rayas, zapatos un tanto descuidados y accesorios singulares, logró definir una postura “anti todo”.

“Cuando me hice punkera tuve que negarme a todo, por eso dicen que es un suicidio, porque me convertí en un ser aparte de esa sociedad en la que antes vivía”, dijo.

En Quito, grupos juveniles conformados por Punkeros, raperos, rockeros, metaleros, hardcoreros, skaters, bikers, rollers, entre otras catervas, se han encontrado e identificado entre sí, para conformar uno de los sectores de la sociedad contemporánea con los más extravagantes modos de expresión permanente. Personas que, con su vestimenta, carácter e identidad trazan rostros, figuras, sonidos y destrezas que los alejan de lo típico.

Para Alfredo Carvajal, miembro de la Federación de Artistas del Ecuador, han dejado de ser simples derivaciones y han pasado a ser nuevas formas de expresión cultural de los jóvenes, como seres represivos de la sociedad. “Es una salida a esa problemática por querer expresar sus ideas propias y libres” dijo, aduciendo ciertamente que ese es el pensamiento que inunda la mente de estos jóvenes.

De hecho, Takijana, un grupo de Ska fucionado, conformado por cinco chicos está determinado por este lema “Por qué callar si nacimos gritando”. Los Ska son uno de los grupos que con su fusión de ritmos callejeros, nostálgicos y misteriosos conservan una identidad. Para Ati, vocalista de este grupo, la razón por la que han denominado así su nuevo álbum es porque “debemos tomar en cuenta que existe otra música que trata de dar un mensaje, porque hay cosas que preocupan a todos y si las gritamos vamos a hacer que haya algún cambio, cachas”.

Takijana está integrado por jóvenes entonados por una oleada de sonidos y palabras. Por eso logran expresar lo que sienten y levantan sus puños para tratar de vocalizar un mensaje para su público.

“La mayoría de bandas quieren expresar su música, no están con la idea física de ganar dinero o de comercializar su música. Lo que quieren es llegar a la mayor cantidad de gente para expresar sus ideas pero nunca queriendo caer en el ámbito lucrativo” es lo que afirmó Alfredo Carvajal después de haber producido el último disco de “Takijana”.

A pesar de que existe una mezcla de culturas que se tropiezan entre sí, particularmente, tratan de expresar “algo que para ellos aún no se ha dicho”, pues, lo suyo no es ser parte de una nueva generación con amplio acceso a la universidad, la TV, internet, la onda audiovisual, la violencia y el consumo, auto identificada como “ciudadanía”. Al contrario, son jóvenes capitalinos, sin culpas ni complicaciones existenciales que buscan libertad desde un punto de vista de armonía consigo mismo, son quienes viven como quieren y que realizan el arte que quieren cuando quieren, sin presiones.

Sí, para muchos puede resultar irónica y cuestionadora esta lucha social contracorriente, pero no se puede descartar que puede resultar un enfoque nuevo como luchadores de la vida.

“La gente, el ecuatoriano en especial, igual que casi todos los humanos temen a lo que no conocen. Nosotros como grupo social, grupo comunitario o tribu urbana, nos catalogan de manera diferente por la manera de vestir. Pero, la mayoría de nosotros los “rockers” vivimos como tú me ves a mí. Todos tenemos a más de ser músicos, una profesión que no nos impide seguir lo que nos gusta” es lo que afirmó Alfredo para confirmar que se pueden combinar ciertos síntomas culturales urbanos como el arte, la música, el deporte, con la profesión y la formalidad. Un contraste tal vez “difícil pero no imposible” insistió.

Para comprender a ciertos grupos, hay que comenzar por conocer su escuela: la calle. Un mundo lleno de sorpresas y riesgos de donde aparecen personajes que diseñan su vida como una diáspora que está en todas partes aprendiendo de manera minuciosa y sincronizada, suben, bajan entran salen, caminan, se paran se escabullen, llevando un estruendoso silencio que circunvala el zumbido de cultura urbana quiteña. Un silencio que triza violentamente cuando espantan sus miedos y nace el imaginario de lo que realmente quieren ser.

Sus nombres sólo quedan registrados en su partida de nacimiento, porque nadie los conoce como tal. Al ser hijos de un ambiente ligero e incierto, necesitan ser bautizados por un nombre de guerra para batallar en las calles.

Así nació “Marmota” un nombre que refleja un hombre con un estilo relajado, ropa deportiva, pantalón ancho bajo la cintura, una camiseta ligera y un gorro en la cabeza. No necesita más en su realidad, pues dice que la vida le ha dado suficientes oportunidades -buenas y malas- para ser quien es.

A sus 29 años, demuestra su ritmo, pensamientos y realidades a través del Hip hop, Breakdance, Rap y Graffitis. Aunque gana poco dinero, es lo único que pide a la vida para ser feliz, sabe que de estas mañas nadie lo librará. Para Marmota, la mejor manera de proyectar su mensaje es con sus colores, sus dibujos y canciones que mencionan contextos sociales dichos a su forma, “” con mucho movimiento de manos, baila, canta y sueña pues todas sus obras son como verlo a él. Ahí está Marmota, cuestionador, ingenioso, apasionado e intenso; al que le gusta romper los esquemas, vestirse diferente; el que nunca encuentra respuestas ortodoxas en la vida. Pero nadie mejor que el mismo Marmota para describirse:

“Soy un grafitero clandestino y parte del movimiento subterráneo en la ciudad de Quito. Lo que hago básicamente es hacer grafitis en las madrugadas cuando ya todos duermen. Para mí hacer un grafiti es embalarme, descargando toda mi energía en los muros, escribiendo, haciendo rap y música que es lo que describe mi vida y la de la gente que me rodea, de la calle, donde me la paso con mis amigos apreciando el mundo desde nuestro punto de vista”.

La vida que busca Marmota se basa en encontrar la armonía consigo mismo por medio de su arte.

Nació en Guayaquil, pero Quito se convirtió en la ciudad que buscaba para encaminar su vida “Mi vida es puro hip hop, una explosión de emociones a través del canto, del baile, de la pintura o de la producción, eso es lo vacan de estar en Ecuador, he encontrado mi libertad”. Como él dice sus grafitis, su música y en su arte urbano desborda su energía haciendo lo que le gusta.

“Mis grafitis son algo del momento porque no pienso mucho antes de ir, entonces solo es una explosión de color que llega en ese instante y ya. No necesariamente tenemos que estar pensando en algo para hacer. Puede ser tan simple como una firma o un mural tan complejo con un lema bien profundo que tu puedes expresar con el color”

Son seres informales pero soñadores que encuentran un espacio para hacer lo que les gusta, no importa donde sea, adoptan un estilo “street” o buscan pistas para que su creatividad sea un espectáculo o una rutina, pero siempre en busca de “independencia”.

“Lo que nosotros tratamos de hacer es no ser del montón, todas la personas que no están consientes de lo que pasa en el mundo siguen la fila de otra gente que sólo piensa en sí mismo, solo piensa en plata y en codicia” afirmó Ati cuando habló de su autonomía como persona.

Para Santiago, “El pistin” un sitio ubicado en el parque La Carolina, se convirtió en uno de los sitios más adecuados para convertir su existencia en una obra distinta. “Yo hago pista, me gusta patinar ahí pero hay gente igual que le gusta las calles también”

“Más o menos están viniendo de 15 a 20 personas en el trascurso del día a practicar” Esta pista y este deporte llegaron para quedarse en la vida de “speedy”, conocido así por su rapidez y agilidad sobre su patineta, un instrumento que le resulta clave para hacer “trucos”, desplazarse de un lado al otro pretendiendo distinguirse por una onda alternativa, pero mucho más allá de lo que se pueda ver físicamente esta su combinación de mente y cuerpo para expresar su originalidad en la patineta.

Dentro de una cultura callejera llena de movimientos y estilos diferentes también está involucrada la música.

Con una voz amplificada y rápida que grita arte, existen cantantes que, con su guitarra eléctrica, el bajo y la batería a compases veloces integran las notas y acordes precisos para crear hardcore.

Así aparecen los hardcoreros, jóvenes que a través de diversos lenguajes musicales aparentan ser de carácter violento o duro pero en sus letras, un tanto difícil de entenderlas pronuncian con una energía revelante y enérgica.

“Luigi” es un hardcore, que define su vida a través de la música, por medio de su banda denominada “muscaria”. A lo largo de 17 años precisó su forma de ser, se viste como le plazca porque es el hardcore su música, su vida, su expresión, en el hardcore vive Luis.

“Mi mundo es la música y esto demanda una disciplina y de cierta forma un entrega que es como entrar a la mafia porque ya no puedes salir si te gusta”

El arte le ha echado una mano y se ha apropiado de la realidad que ve necesario gritar en sus canciones de corta duración, un minuto e incluso menos tiempo, basta para proyectar un ambiente frenético, cargado de temáticas motivacionistas juveniles, objeciones de conciencia, anti nazismo, antifascismo, anti homofobia, antirracismo, comunismo o anarquismo.

Intervenciones sonoras, tempos y compases rápidos, a ritmos de baterías veloces y guitarras con pocos arreglos, con un sonido de distorsión que inspiran un intercambio de ideas e información dentro de una construcción ideológica comunal y no individual.